jueves, 1 de agosto de 2019

Bitácora semana #1

Introducción al mundo de la investigación social 2019-2.


Eran las 4:30 de la mañana. Me desperté, algo cansada debo decir, pensando en mi primera clase del día y en la curiosidad que comenzar algo nuevo implica. ¿investigación social? ¿8 de la mañana? ¿Juan Cobos? eran algunas de las preguntas que me hacía mientras me preparaba para salir de mi casa.



Con algo de sueño y bastante frio llegué al salón G101, a eso de las 7:50 am, donde se encontraba mi amiga Mariana Quiza con un puesto vacío a su lado aguardando por mi presencia. No pasaron más de 10 minutos cuando un hombre de chaqueta negra entró al salón dando los buenos días y preparándose para brindar lo que parecía su primera clase del día.
A pesar de haber escuchado hablar sobre el profesor Juan Cobos, nunca lo había visto. Para ser sincera, me lo imaginaba de menos estatura, de más edad y más serio a lo que en realidad fue durante la primera clase.


Con el entusiasmo que un profesor y sus estudiantes pueden sentir a las 8 de la mañana, la clase dio inicio con la presentación del profesor. Algo respecto a sus estudios, su experiencia laboral, instituciones donde labora o laboró, la puntualidad que maneja respecto a sus clases, fueron la introducción a una clase que me tenía pensando desde que había despertado. Cuando finalizó aquella introducción nos solicitó algo que los estudiantes odiamos más o tanto como las clases de 7 de la mañana; Presentarnos. Sin embargo, quedé sorprendida al ver que nos pidió que sacáramos una hoja en la cual debíamos plasmar un objeto que nos representara como personas. Dividí la hoja en dos partes, una para mi amiga Mariana y otro trozo para mí. Aunque al comienzo no sabía que dibujar recordé algo que me hacía feliz e inmediatamente supe lo que debía poner en la hoja. Una guitarra
Para mi sorpresa, el profesor repartió los diferentes dibujos al azar entre todos sus estudiantes. Cada uno debía intentar describir a la persona que había trazado el dibujo que teníamos frente a nosotros, así no supiéramos quién era la persona que lo había elaborado.
Se me asignó un dibujo donde había una niña escuchando música y lucía muy feliz. Escribí que parecía ser una persona que disfrutaba mucho de la música y tal vez artística. Acerté a varias cosas, pero no en su totalidad.

Cuando Cobos recogió las hojas empezó una especie de mística extraña donde él podía saber cosas de nuestras personalidades según el trazo de nuestra letra y la manera en la que habíamos dibujado. Para muchos fue algo interesante y curioso. Explicó que es una técnica llamada “grafología” la cual se dedica a estudiar una persona psicológicamente según sus trazos al escribir. Nos explico que podemos saber si una persona es introvertida, infantil, alejada de su papá o segura de si misma dependiendo de la inclinación de la letra, el tamaño del dibujo, el sitio de la hoja donde ubicó el dibujo o simplemente la forma en que escribimos una letra i.

Mi descripción fue lo que llamamos 50/50 pues hubo cosas que eran ciertas, como otras que no lo eran. Por ejemplo, se me dijo que me gustaba la música y que me gustaba que las cosas salieran bien, lo cual es muy cierto. Pero, por otro lado, se me dijo que era una persona insegura con lo cual no estoy tan de acuerdo.


Al terminar con todos nuestros dibujos, el profesor presentó el programa, nos indicó los objetivos y algunas actividades que iremos desarrollando a lo largo del semestre. Nos mostró un video acerca de la manera en la que aprenden los estudiantes. Por ejemplo, si tan solo leemos un texto y no realizamos ninguna otra actividad con el texto, luego de dos semanas recordaremos tan solo el 20% de lo que hemos leído. Hizo bastante énfasis en que la mejor manera de retener la información en un 90% después de dos semanas, era poner en practica lo aprendido y enseñar a otros lo que hemos comprendido. Nos presentó la Taxonomía de Bloom y fue ahí donde más comprendí del proceso que íbamos a llevar en esta clase. Sin embargo, fue claro al decir que antes de pasar a la práctica debíamos conocer la teoría. Por lo que, en principio, la clase sería totalmente teórica.
Juan Cobos fue muy claro al decir que bajaría 0,2 decimas por errores de ortografía. En ese momento pensé que había regresado a la clase comunicación escrita donde se nos bajaba 0,5 por error de ortografía que tuviéramos. Me asusté, pero al ver una foto de un trabajo donde existían errores como “mera mente” o tildes graves entendí por qué la exigencia con la ortografía. Cuando escribimos mostramos una parte de nosotros, es como una carta de presentación y así mismo debe ser impecable.
Se nos presentó el blog de la clase donde encontraríamos unas cuantas lecturas, videos acerca de grafología y actividades que debíamos realizar para la siguiente sesión de clase. Fue ahí cuando nos solicitó que para el siguiente jueves debíamos traer el computador, pues sería algo fundamental para las clases de investigación social. Algo que recuerdo mucho fue la frase “pre-parcial” que el profesor mencionó, ya que de esa actividad seguramente iba a eximir a algunos del primer parcial por lo que fue algo que quedó muy grabado en mi mente.

Finalmente nos alentó a comenzar con las dos primeras lecturas que se encontraban en el blog y nos solicitó realizar el primer escrito de la materia. Debíamos escribir un texto de 2 hojas con 1200 palabras donde tendríamos que describir con detalle todo lo había pasado en nuestra primera sesión de clase. Hizo énfasis en que teníamos plazo de enviar el texto hasta el siguiente jueves antes de que empezara la clase, pero también afirmó que siempre inicia con el último trabajo que recibió. Me pregunté que sentido tenia leer los escritos de nuestros compañeros en clase si todos estamos escribiendo sobre lo mismo. La respuesta era simple. El profesor maneja una técnica cíclica donde veríamos varias veces un mismo tema, pero tal vez con otro enfoque o de una manera diferente. Así, seguramente tendríamos más opciones de aprender y entender los temas que vamos mirando clase a clase. Salí de la clase pensando de que manera recordaría todo lo que habíamos realizado ese día y de qué forma lograría plasmarlo en un texto de 2 páginas. Pero no solo salí pensando en eso. El profesor, casi antes de terminar la clase, nos contó una anécdota de su paso por el colegio y su relación con la materia “química”. Él afirmaba que lo único que recordaba de esa clase era una frase que su profesor les dijo en un momento indicado “Mezclar ron con Coca Cola no es bueno debido a que genera un guayabo terrible” Por mi parte nunca he querido que se acabe un semestre y al siguiente no recordar nada de lo que aprendí durante ese tiempo. Salí de la clase esperanzada en poder recordar muchos detalles como Sherlock Holmes para poder realizar ese escrito de la manera más detallada y acertada posible.

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